Está resucitando.
-¿Cómo puedes saberlo?. Yo no oigo nada, no veo movimiento alguno.
-La inmovilidad silenciosa esconde en ocasiones grandes sorpresas hijo mio.
-Pero... no lo entiendo.
-También aun no entendiendo podemos prever cosas que ocurrirán en el futuro.
-¿Y la conciencia tiene vida propia?.
-Si hijo mio, la que tú le des con tu latido.
Esperanzados trabajaron aquella mañana codo con codo, con mayor ilusión. Al acabar la jornada el muchacho seguía sin ver ni oír nada, pero ya lo presentía con claridad.