domingo, 19 de octubre de 2008

Escalera al futuro.

Y nada cambió aunque lo deseaba mucho. Una habitación idéntica pero en el piso de arriba, con una cama igual y la taquilla tan vieja como la anterior. El Doctor Santander le visitaba ya sólo una vez por semana, y la comida llegaba algo después y completamente fría. Al menos su amigo Jhony había podido venir a su cuarto para ocupar el sillón donde vivía, a él tampoco le habían echado. Pasaron varios meses hasta que reparó en el cartel. Ala de irrecuperables.

viernes, 10 de octubre de 2008

Segunda vuelta.

Hasta el verano siguiente era mucho tiempo para esperar el amor, de modo que arrojó su foto por la borda y se despidió del joven, mientras la espuma de vapor engullía el daguerrotipo.

Desde aquello habían transcurrido casi cincuenta años, y como tantas veces acudió su sonrisa varonil acariciándole la memoria durante las largas noches de insomnio, acabó por modificar sus rasgos hasta casi difuminarlos.

Creyó reconocerle en aquel aeropuerto. Fueron unos segundos en los que reconstruyó aquella cara arrugada, sofocó sus latidos alocados y se castigó a sí misma sin decirle nada, y nada cambió.

viernes, 3 de octubre de 2008

Lenta evolución

Con uno diferente no parecería el de siempre. Entro en la tienda satisfecho de la mano de su madre. Cientos de pantalones colgaban de las perchas, en tejido de casi todos los colores. Llevaba casi dos años soñando con ese momento y odiando vestir siempre la misma ropa, aunque nunca lo dijo en casa, esas cosas no se decían. Se dirigieron a la dependienta gordita y su madre preguntó en voz baja. -¿Tienen pantalones de señora?.

Ella avanzó mucho aquel día. Él siguió con los pantalones que fueron antes de su hermano hasta el verano siguiente.