Amaneció un día espléndido. Camisa de cuello duro, traje de Armani gris perla, zapatos negros Martinelli, gemelos de oro y brillantes regalo del banco y la corbata enviada por la Casa Real, eran el atuendo perfecto para la rueda de prensa. El chófer le abrió la puerta del Audi displicente, y en un periquete, casi doscientos periodistas expectantes le miraban.
-Los datos económicos de nuestro banco, -dijo engolado, -son los mejores del mundo en 2008.
Su cara fue portada de todos lo periódicos del día siguiente, y a pocas manzanas de allí una inmigrante peruana, puso esa portada en el fondo de un cubo de basura, y arrojó sobre ella las modestas cáscaras de los huevos de la cena.
-Los datos económicos de nuestro banco, -dijo engolado, -son los mejores del mundo en 2008.
Su cara fue portada de todos lo periódicos del día siguiente, y a pocas manzanas de allí una inmigrante peruana, puso esa portada en el fondo de un cubo de basura, y arrojó sobre ella las modestas cáscaras de los huevos de la cena.