lunes, 24 de marzo de 2008

Jardín vacío.

No volvería a comprar otra tortuga. Era una decisión inamovible que acababa de tomar aunque llevaba muchos años dándole vueltas. Tenía muy mala mano con los animales y en general repudiaba cualquier responsabilidad de las que anclan. sobre todo si la satisfacción otorgada a cambio no le compensaba lo suficiente, y la vieja Casiopea parecía no haberlo hecho. Cuidadosamente la enterró en el jardín, justo debajo de donde ella siempre se ponía. Al terminar y contemplar la tierra recién removida sintió frío y soledad.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Sin su calor.

Junto a ella había compartido los últimos cincuenta años y todas sus consecuencias. Contempló aunque nunca se lo dijo, como su cuerpo menudo se convertía poco a poco, en fuerte y redondeado. Pasaron todos los fines de año frente a frente, sin hablarse y casi con la seguridad de que a ella no le producían emoción alguna. Este y otros pequeños detalles, le ayudaron a comprender que su cerebro era en efecto tan primario como creyó al conocerla. Pero había aprendido a quererla en silencio y ahora frente a su cadáver decidió que ya no volvería a comprar otra tortuga.

martes, 18 de marzo de 2008

Silencios de vida o muerte.

Parecía muerto. Su cabeza ligeramente ladeada, su rictus de dolor contraído y su boca entreabierta le daban un aspecto que daba miedo. Para colmo los episodios de apnea que sumían el cuarto en un silencio de ultratumba. Ella le miraba con la angustia contenida hasta que los segundos se le antojaban interminables, entonces zarandeaba su cuerpo suavemente para que la vida volviera a sus pulmones y tras dos o tres bocanadas de aire descomunales, se despertaba y cubría de besos y caricias su cuerpo, para terminar haciendole el amor, agradecido por seguir vivo y disfrutarlo junto a ella.

viernes, 14 de marzo de 2008

Ascensor de la vida

Oyó un silbido a su espalda y ni esta circunstancia ni el chirriar prolongado del frenazo de un coche, llamó lo más mínimo su atención. La nube confusa en la que viajaba desde ese preciso momento en que se despidió de su jefe, ya en el portal de las oficinas de la compañía, era un vapor denso que apartaba su mente de la realidad. No sabía con certeza si él había estado a punto de besarla, o eran imaginaciones suyas, pero en cualquier caso era maravilloso. Un cuerpo rodando desmadejado, llegó hasta sus pies y devolvió a la realidad su corazón, quedando boca arriba. Era Samuel, su jefe, y parecía muerto.

viernes, 7 de marzo de 2008

Tránsito del parque.

Ni rastro de él. La chica había esperado en aquel parque donde se habían citado, hacia ya casi tres horas. Al principio pensó que se retrasaba un poco, pero la ilusión y los nervios bloquearon cualquier pensamiento negativo. Pasada una hora, concluyó en que ya tenía un primer motivo para perdonarle. Que bello era amar a alguien. Durante la segunda, le imaginó en cada uno de los jóvenes que pasaban frente a ella aunque él era más apuesto. Aterrizar en la realidad y decidir que se iba definitivamente, ocurrió casi al mismo tiempo. No pudo evitar volver la cabeza cuando mientras se marchaba, oyó un silbido a su espalda.