Ni rastro de él. La chica había esperado en aquel parque donde se habían citado, hacia ya casi tres horas. Al principio pensó que se retrasaba un poco, pero la ilusión y los nervios bloquearon cualquier pensamiento negativo. Pasada una hora, concluyó en que ya tenía un primer motivo para perdonarle. Que bello era amar a alguien. Durante la segunda, le imaginó en cada uno de los jóvenes que pasaban frente a ella aunque él era más apuesto. Aterrizar en la realidad y decidir que se iba definitivamente, ocurrió casi al mismo tiempo. No pudo evitar volver la cabeza cuando mientras se marchaba, oyó un silbido a su espalda.
2 comentarios:
¿Pero los jóvenes de hoy esperan dos horas?
Este me gustó algo más que los anteriores. Bien narrado y con buen ritmo.
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