viernes, 11 de abril de 2008

Después del show.

La próxima gira acababa de quedar firmada. Ciento cuatro bolos recorriendo el mapa de punta a punta durante casi ocho meses. Buen rollo. Otra vez a dormir casi nada, a beber casi de todo, a comer mal, a meternos de todo y al sexo rápido con caras que no llegamos a ver ni a recordar, en la furgona, en el hotel cuando lo hay, o hasta detrás del escenario entre fundas de instrumentos y técnicos que esperan su turno en esta manada que formamos el grupo. Es curioso, mientras pienso en esto, canturreo con mi guitarra, "pero como negar que me vuelvo vulgar, al bajarme de cada escenario".

6 comentarios:

Rocío dijo...

No comentaré por ahí que eres un chaval ordinario
¡Hasta tu próxima gira!.

Víctor González dijo...

Todos somos poliedros de múltipkes caras amiga Rocío.

Anónimo dijo...

¿Será como los dioses cuando bajan del Olimpo?

Manuela Fernández dijo...

Detrás de cada representación hay toda una realidad insospechada para el espectador. La vida son representaciones donde cada uno de nosotros somos a la vez espectador y artista.

Gemma dijo...

Pues a mí me gusta el relato precisamente porque la vida del supuesto artista se revela, al cabo, de lo más vulgar.

Podía haber sido de otro modo, pero él prefierió dejarse llevar por la gira, por la suspensión de los buenos hábitos adquiridos y demás rutinas.

¿La llamada de lo salvaje? Tal vez. Un saludo,

Víctor González dijo...

Así es Francisco, descender al terreno de lo humano nos convierte precisamente en eso.
También Manli al cruzar los límites del escenario según el caso, se cruza el de la magia.
El espectador Mega, se fascina mirando hacia arriba, el artista lo hace mirando hacia abajo.