viernes, 14 de marzo de 2008

Ascensor de la vida

Oyó un silbido a su espalda y ni esta circunstancia ni el chirriar prolongado del frenazo de un coche, llamó lo más mínimo su atención. La nube confusa en la que viajaba desde ese preciso momento en que se despidió de su jefe, ya en el portal de las oficinas de la compañía, era un vapor denso que apartaba su mente de la realidad. No sabía con certeza si él había estado a punto de besarla, o eran imaginaciones suyas, pero en cualquier caso era maravilloso. Un cuerpo rodando desmadejado, llegó hasta sus pies y devolvió a la realidad su corazón, quedando boca arriba. Era Samuel, su jefe, y parecía muerto.

2 comentarios:

Gemma dijo...

Pues me parece que todos los lectores esperaban verlo caer a él. Lo salvaste, ¡bien!
;-)

Ángel Vela dijo...

Mejora por momentos, aunque creo que este texto podía ser un poco más claro, y creo que una vuelta de tuerca no le íria mal.