miércoles, 19 de marzo de 2008

Sin su calor.

Junto a ella había compartido los últimos cincuenta años y todas sus consecuencias. Contempló aunque nunca se lo dijo, como su cuerpo menudo se convertía poco a poco, en fuerte y redondeado. Pasaron todos los fines de año frente a frente, sin hablarse y casi con la seguridad de que a ella no le producían emoción alguna. Este y otros pequeños detalles, le ayudaron a comprender que su cerebro era en efecto tan primario como creyó al conocerla. Pero había aprendido a quererla en silencio y ahora frente a su cadáver decidió que ya no volvería a comprar otra tortuga.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

papiiiii chuuuuloooooo

muy chulos
man gustao una jartahhhh!!
:P
el domingito man dixo jçke es la pekekarrera
supongo k alii stare si no trabajo
un besin anda
and dont be too bad with vic and el mostruo cakillitas.
***

Anónimo dijo...

Muy buenos!!!

Es cierto, de la nana ni rastro... Dónde lo leería yo?
La tortuga recurrente... sabes que yo tengo un par de ellas conservadas en el congelador de La elipa??? jejej

Besitosssssssss

Anónimo dijo...

Maestro y vecino, ya se sabe que con el tiempo los amores ponen su cuerpo fuerte y redondeado, incluso siendo tortuga, pero lo difícil es contarllo en un microrelato. Saludos. Rafael

Maghenta Editorial dijo...

Unas palabras tan medidas y tan desconcertantes¡

B x C

Ángel Vela dijo...

Muy buen texto Victor, creo que conseguiste quedarte con todo el pueblo jajajaja