jueves, 29 de abril de 2010

ACLARADO TIERNO

En condiciones similares, pocos habrían dedicado toda una vida a cuidar de una madre con alzheimer, como ella. Sólo le pedía a su dios que a sus setenta y cinco años, las fuerzas que escaseaban ya, no fallaran del todo mientras la llama de la vela de la vida de su madre luciera. Se enfrentaba a la contradicción de esa oscuridad que por nada del mundo deseaba y el poco tiempo que después le quedaría a ella misma para comenzar a vivir. La mirada apagada de su madre, y unos besitos cómicos que le tiraba no a su hija, sino a ella, aclararon un poco sus dudas.