viernes, 27 de junio de 2008

Acá y allá

Son mis papás. Mi papá es el que lo organiza todo. Contrata el campamento, la comida, las tiendas de campaña, los sacos donde dormimos y a los monitores. Mi mamá tramita lo de las subvenciones, programa las actividades, invita al médico y la enfermera y hace los menús. ¿Y tus papas cuales son?

-Yo no tengo papás. La guerrilla se los llevó y nunca más se supo de ellos. Mi hermanito Perico y yo somos dos niños huérfanos más, para los que la O.N.G. de tus papás prepara el campamento cada verano.

viernes, 20 de junio de 2008

El beso y la luz.

Se quedaron frente a frente preguntándose por qué. Se habían besado como sus corazones deseaban hacia mucho tiempo y sus cabezas les prohibían. Concuñados, ella algo más joven, el algo más cauto aunque sin duda había perdido los papeles, y sin duda no se arrepentía y sentía muchísimo que hubiera ocurrido. Aun no se habían respondido la pregunta cuando sus labios se buscaron otra vez, sus cuerpos se apretaron, se fundieron. Alguien encendió la luz y dijo entre risitas. -Son mis papás.

miércoles, 11 de junio de 2008

Final y principio.

Le fueron abrazando todos los hombres al salir del cementerio a modo de despedida. Buscaban deliberadamente un lugar en el que protegerse del sol de verano, o del frío del invierno según la época, y por allí pasaban destilando tristeza, consuelo o resignación.

Ellas no acudían jamás hasta el camposanto. Desde la iglesia emprendían el regreso hasta sus casas conversando en voz baja al principio y de temas fúnebres, para acabar a gritos como era costumbre y hablando de cualquier cosa.

Los niños vivían con distancia el momento del entierro. Todos salvo dos que en esta ocasión se quedaron frente a frente preguntándose por qué.

miércoles, 4 de junio de 2008

Revelación.

Ayudenme amigos, -dijo levantando su copa, pupilas brillantes y mueca tragicómica- ustedes que tanto saben de la vida porque la han vivido. Ayudenmé a comprender cómo en cada uno de los brindis anteriores me sentía con cinco o seis años menos de los que cumplía, y hoy me siento casi parejo. Y lo que es aun peor. Creo que de a poco me sentiré incluso por encima del guarismo de mí onomástica. ¿Me estoy haciendo viejo verdad? ¡Diganmelo carajo! Diganmelo...

Primero bebieron, después uno a uno le fueron abrazando.

lunes, 2 de junio de 2008

Pasado y presente del techo.

Aquella mañana no acudió al trabajo. Sus ya mermadas fuerzas habían desaparecido totalmente de su cuerpo. No hizo siquiera el intento de levantarse de la cama, no podía. Miró el techo blanco y se vio corriendo de niña con sus primas, por entre las macetas de la casa de su abuela. Vio a su madre que la llamaba para comer y sintió nauseas. Entonces sus ojos se anegaron en lágrimas y sintió pena de sí misma y un sentimiento noble aunque algo confuso. Hizo un esfuerzo sobrehumano y cogió el móvil. Marcó 112 y susurró. -Ayudenme.